De finales y deseos.
Deseo, por tu bien, que no me extrañes, mucho menos me
recuerdes o me pienses,
Que acaso en una tarde cruce por tu mente mi imagen de niña haciendo
muecas y en tiernos susurros apagar mi voz al filo de tu boca, o de mujer
valiente desafiando el tiempo de interminables horas de trabajo.
Deseo por tu bien que no me sientas en el aire que respiras
ni me busques en el espacio vacío de los rincones pálidos y obscuros, en cada
lugar que deshabito, en tu sombra solitaria, ni en el brillo ausente de tus
ojos.
Que no sientas esas ansias desmedidas de buscarme y correr
sin límite a mi encuentro, sin calcular tiempo ni distancia y que sólo el deseo
de un abrazo te arrastre a mí, con la necesidad de mis besos y mi piel.
Deseo no colarme entre cortinas cuando des la bienvenida a
la mañana y que un rayo de sol no te lleve de vuelva a mi sonrisa.
No alojarme de improvisto en tus sueños de noche y mucho
menos busques mi silueta entre otras gentes que pasan de largo por tu puerta.
Que tus dedos no apresuren a escribirme ni tus pies a seguirme
y tampoco se estremezca tu ser con cada intento de borrar las fotos donde estamos juntos y las
letras que nos dimos.
Porque sé de largas horas de ausencia huyendo al tiempo, a
la rutina, al insomnio, a la locura y al olvido… deseo, por tu bien, que no me
extrañes.