miércoles, 12 de noviembre de 2014

De Pedaleos.


Tenía unos 7 años cuando aprendí a montar en bicicleta, en una un poco alta para mi estatura, a la que apenas le rozaba los pedales y con dificultad alcanzaba los frenos y recuerdo a mi mamá corriendo tras de mí a unos dos metros de distancia y diciendo: sigue para adelante, tranquila que aquí estoy! Y casi de inmediato, al piso! al mirar hacia atrás la veía lejos y mi seguridad se desplomaba al instante, no lograba seguir pedaleando y mucho menos frenar a tiempo, no podía entender por qué, encontrándose a esa distancia, me decía que me estaba sosteniendo y que siguiera sin miedo, lo importante era no dejar de pedalear. Lo hacíamos a menudo y tuvimos que repetirlo unas 100 veces hasta que aprendí: pedalear-frenar.
Esa mujer me enseñó lo que es la vida en un curso intensivo de bicicleta: una pista de carreras con tramos empedrados que no se logran cruzar sin un buen pedaleo y una voz de aliento que nos diga: “Sigue adelante, aquí estoy.” Y así por lo menos si se ha de caer, ya está amortiguado el golpe.
Debo admitir que en mi vida he sido lo suficientemente acelerada para no querer frenar aunque tenga los frenos apretados, después de todo, no es eso lo mágico de la vida? Recorrer lo necesario, andar y pedalear aunque choquemos?
Hago una pausa, respiro y pienso: Y si es tiempo de frenar? Siento que he pedaleado con tanta fuerza que no me he detenido a observar lo que ha pasado alrededor, el afán me ha llevado a pensar que lo mejor siempre está más adelante y adelante significa justo donde no me encuentro en el momento, este camino lo he elegido yo, aferrándome a la idea de seguir corriendo y a veces, correr no es la única salida.

La quiero cerca, hoy más que siempre, cuando la tengo a más de 2 mil km de distancia y me siento débil, sin saber si padalear para dar vuelta es retroceder en el proceso, todo lo que quiero es valorar el tiempo, mantener el equilibrio y sin importar hacia adonde quiera dirigirme ella me siga diciendo: Sigue adelante, tranquila, aquí estoy!

sábado, 1 de noviembre de 2014

De confesiones.

En el preciso momento en que uno está en la plena comodidad de no hacer nada, aparece alguien a llenarlo de recuerdos.

Sentada frente a la computadora en un momento cualquiera, me encuentro con un bonito comentario en una foto colgada en la página de una red social y esto me genera una emoción que me remite precisamente a los momentos en que me gustaba leerle la sonrisa y la mirada a la persona que hace el comentario.

De las tantas veces que uno puede “elegir” yo elegí ese trabajo, lo que implicaba que por ese hecho inevitablemente iba a conocerlo o al menos a tener un acercamiento, así fue, estaba escrito! (risas)
Pude leerlo desde la primera vez en su sonrisa que siempre me pareció bella y en su afán constante que se notaba en los pasos cortos que apresuraban su salida, o su entrada, en fin, su caminar... en ese proceso me fui dando cuenta que tuvimos en el pasado algunas actividades en común, personajes y lugares que ambos conocimos, de cierto modo compartíamos memorias aunque poco mencionáramos el tema.
Nos acercamos a razón del trabajo, no mucho, lo suficiente, un acercamiento prudente en el que uno no puede descubrir mucho del otro, de él porque no dejaba y de mí porque él no quería. Siempre a la distancia precisa a la que se puede ver su imagen reservada. Y esto me agradaba mucho más. Conocí su aire de nostalgia y de elocuencia, de comentarios idealistas en las reuniones laborales, de poesía bohemia, de amor profundo y de revolución en letras, de desacuerdos y desagrados por la gente, de gustos por las cosas pequeñitas, de agotamientos a razón de esfuerzos vanos, de motivaciones musicales, un poquito de todo lo que hacía. Disfrutaba tanto de esa esencia que era él y que cargaba siempre en su mochila!
Lo conocí a través de las canciones que cantaba y que escuchaba, por ahí compartimos algunas cantaditas y nos sentamos más de cerca en esas reuniones que apenas empezaban a hacerse ritualitos de semana, yo ya había decidido abandonar en busca de otros rumbos. El rumbo que me trajo aquí, a escribir otras historias y a conocer otros lugares y a recordar con ternura esas cosas que me hicieron la vida más amable, en el lugar del que tantas veces quise salir corriendo y luego el viento sopló con suficiente fuerza para arrastrarme adonde quería.

El queda allí y yo sigo compartiendo algunos de esos gustos por las letras y la vida, me siento en el escritorio y lo recuerdo con ternura, su recuerdo me genera una sonrisa y luego a través de un comentario que me remite a ver una película (Mr. Nobody) me quedo pensando cómo hubiese sido de atreverme a conocerlo un poco más… No, fue lo justo, en su afán a veces no se percató de mi existencia y luego en razón de algún elogio respondió con sobria gratitud: Muchas gracias, muchas gracias!

domingo, 26 de octubre de 2014

De Elecciones.


Un domingo cualquiera uno decide levantarse, o no… encender la tv, o leer el diario, tomar un café o un vaso de agua, darse un baño inmediatamente después o dejar para más tarde, salir a caminar o quedarse en casa, hacer ejercicio o una larga siesta, cantar o llorar, comer o hacer dieta, escribir o quejarse luego de no hacerlo.
Cualquiera que sea la elección para un domingo, este día puede cambiar la percepción de la semana, hacer una reflexión sobre todas las cosas que se hicieron y las que no, las que se pudieron disfrutar y las que quedaron pendientes, a fin de cuentas es domingo y ese hecho ya lo hace irremediablemente cargar con el peso de un final que bueno o malo, hasta ahí llega.

Cual es mi decisión para un domingo? Después de haber estado días pensando cómo escribir lo que últimamente venía aconteciendo y la forma correcta o más bien más acertada de expresarlo para que fuera bien aceptado, termino viendo la película de "Julie & Julia" mientras me lleno de motivos, leyendo un poco y recordando… sobre todo recordando, lo mucho que me hacen falta unos buenos abrazos y lo que últimamente otros me han quitado, la mala racha dirían algunos, de perder a mi mascota favorita (sobre la cual no hablaré ahora porque el dolor no acaba), la posibilidad de un empleo y un celular que en la lejanía significa la posibilidad de comunicarme constantemente con los míos. Me quejo mucho, puede ser… pero esto también me permito hacerlo los domingos, porque los domingos también se visten de nostalgia y porque después de todo lo que ha estado pasando, hacer las cosas pensando en la aceptación de otros no trae más que angustias y decepciones, así que este domingo termina en una entrada, que aunque elijan leer o no, hasta aquí llega. Y para la nueva semana, venga lo que venga, espero la llegada del domingo.

"¡Perfecto! Y aunque no esté perfecto jamás pidas disculpas ¡Nada de excusas! ¡Nada de explicaciones!" (Julie & Julia)



domingo, 31 de agosto de 2014

RETAZO DE TRAVESÍAS.


Cuando era niña me sentaba en el parque de mi pueblo con mis amigas de infancia, más bien, mis amigas desde la infancia, y contábamos los aviones que pasaban por ese lugar pequeñito, haciéndose estrellas caminantes ante nuestros ojos. Verlos pasar era más que un espectáculo, era un sueño que se dibujaba en el cielo y se llevaba en esas luces parpadeantes la promesa de algún día emprender un viaje lejos, en una de esas estrellas flotantes.
Es muy fácil la vida cuando se observa como un niño con la vista al cielo desde un lugar que abre el telón para reflejar en luces estelares las sonrisas, en ese universo infinito que se poza como sábana sobre las casas pequeñitas que conforman un pueblo, allí donde uno empieza a construir ideales y se prepara para emprender viajes sin pronto regreso.
A medida que fui creciendo, el deseo de cruzar se hizo más intenso, el mundo había cambiado, la realización de una vida lejos se hacía cada vez más accesible y los tiquetes más baratos. Entonces todo se daría a su tiempo, pero se cumpliría, porque era un gran deseo.
La vida fue transcurriendo entre ires y venires a lugares cercanos a "la casa" que trajeron consigo nuevos comienzos y tropiezos y caídas y puestas en pie... y todas esas cosas que uno debe pasar cuando está viviendo y sin embargo, cada viaje se dio en medios de transporte pegaditos del suelo, entonces, faltaba un poco más para seguir creciendo.
Al final de una etapa laboral de corto tiempo, todo estaba decidido, no había por qué esperar más para emprender el vuelo. Con las ganas de seguir aprendiendo y de sacar a flote esa mujer aventurera que vive en mí (muy en el fondo) empecé el trámite para hacer realidad ese sueño. Todo listo! y me fui, a viajar lejos, con el miedo dobladito en la maleta y la sensación de extrañar todos los que se quedan.
Empieza el despegue y un nuevo comienzo, una elevación hacia las nubes cual ave por el cielo, la ansiedad en pleno y una enorme sonrisa cual niña en carrusel, disfrutando cada instante de la travesía y lo que a la vista pude apreciar, ese ángulo al que se anclan las ciudades y de a poco se van desvaneciendo hasta ser un punto casi invisible. No fue menos de lo que esperaba, no será lo mejor para muchos, pero era mi sueño y desde allí pude visualizar un trozo de geografía natural fascinante.
A veces es bueno recordar cuan pequeños somos en el mundo y sin embargo, cuan inmenso es el alcance de lo que deseamos. Aquí estoy empezando en otro lugar más lejos de "la casa",  iniciando de nuevo, recordando, extrañando, descubriendo... sintiendo todas esas cosas que uno siente cuando está viviendo.